Crónica
Una historia de amor que nació de la tecnología
Una retinosis pigmentaria que se intensificó gradualmente, con el pasar de los años, dejó ciega a Sandra Medina hace más de 12 años. Transcurría el año 2005 cuando ella inició, en la Fundación Ver, un tratamiento para adaptarse a su nueva condición. Fue allí, justamente, donde surgió la historia de amor de esta mujer ciega.
Un día, mientras se encontraba frente a la pantalla de un computador, aprendiendo a utilizar ConVerTIC, esta mujer conoció a Arian Salazar, que se acercó para ayudarla.
Las explicaciones pacientes de Arian, sus palabras amables y su timbre de voz dulce, hicieron brotar en esta mujer inusitados sentimientos que brotaron del corazón hasta que, con el paso de los días, se transformaron en amor. Hoy comparten una bonita relación que los hace cómplices y confidentes, y recuerdan con nostalgia cómo la tecnología fue la excusa que los unió.
Mientras hay quienes creen en el amor a primera vista, para Sandra el amor surgió gracias a la tecnología: de no haber sido por ConVerTIC, software que ayuda a las personas con discapacidad visual a acceder a Internet y todo tipo de contenidos digitales, ella no habría conocido a Arian.
Su rincón de amor preferido es el escritorio, donde un par de sillas, el computador y largas horas de trabajo, conversaciones y risas, convierten la vida de esta pareja en un constante aprendizaje: la superación y el apoyo mutuo son sus principales argumentos para seguir edificando la relación.
"Arian es un hombre tranquilo, comprensivo, que me ha hecho sentir las cosas de otra manera. Hoy sigue siendo mi motor y mi compañero de lucha. Juntos hemos aprendido a manejar el computador y a navegar por internet", afirma Sandra mientras toma la mano de su compañero y, en un suave movimiento, la lleva hasta su boca para estamparle un sonoro beso.
Sandra y Arian son un testimonio que, más allá del amor, evidencia cómo las personas con discapacidad visual pueden socializar, crecer como personas y sentirse laboralmente activos, gracias a la tecnología.
Una historia de amor que nació de la tecnología
Una retinosis pigmentaria que se intensificó gradualmente, con el pasar de los años, dejó ciega a Sandra Medina hace más de 12 años. Transcurría el año 2005 cuando ella inició, en la Fundación Ver, un tratamiento para adaptarse a su nueva condición. Fue allí, justamente, donde surgió la historia de amor de esta mujer ciega.
Un día, mientras se encontraba frente a la pantalla de un computador, aprendiendo a utilizar ConVerTIC, esta mujer conoció a Arian Salazar, que se acercó para ayudarla.
Las explicaciones pacientes de Arian, sus palabras amables y su timbre de voz dulce, hicieron brotar en esta mujer inusitados sentimientos que brotaron del corazón hasta que, con el paso de los días, se transformaron en amor. Hoy comparten una bonita relación que los hace cómplices y confidentes, y recuerdan con nostalgia cómo la tecnología fue la excusa que los unió.
Mientras hay quienes creen en el amor a primera vista, para Sandra el amor surgió gracias a la tecnología: de no haber sido por ConVerTIC, software que ayuda a las personas con discapacidad visual a acceder a Internet y todo tipo de contenidos digitales, ella no habría conocido a Arian.
Su rincón de amor preferido es el escritorio, donde un par de sillas, el computador y largas horas de trabajo, conversaciones y risas, convierten la vida de esta pareja en un constante aprendizaje: la superación y el apoyo mutuo son sus principales argumentos para seguir edificando la relación.
"Arian es un hombre tranquilo, comprensivo, que me ha hecho sentir las cosas de otra manera. Hoy sigue siendo mi motor y mi compañero de lucha. Juntos hemos aprendido a manejar el computador y a navegar por internet", afirma Sandra mientras toma la mano de su compañero y, en un suave movimiento, la lleva hasta su boca para estamparle un sonoro beso.
Sandra y Arian son un testimonio que, más allá del amor, evidencia cómo las personas con discapacidad visual pueden socializar, crecer como personas y sentirse laboralmente activos, gracias a la tecnología.