Vibrar a través de la música en el concierto de Coldplay
03-oct-2022
En el desarrollo de su proyecto conoció a una intérprete de lengua de señas que elogió su trabajo en pro de las personas con discapacidad y pidió seguir dialogando con ella.
El ruido inicial
A los nueve años quizá es natural gritar para cantar, hacer sonidos fuertes al jugar o simplemente reírse con fuerza junto a los amigos, pero para Ana María Siabatto su cotidianidad en el hogar fue el ruido, los golpes de las puertas, el volumen alto del televisor, hablar fuerte o gritarse entre la familia era el entorno natural, no era un juego.
Así creció ella, en una familia en donde la audición ha sido esquiva. Es la menor de cinco hermanos, tiene 29 años y desde los nueve años se fue acostumbrando a que su oído fuese el protagonista o quizá el antagonista de su vida, pues recuerda que su hermana tuvo algunas afectaciones con su audición por causa de la otitis, la infección más común presentada en la sociedad que inflama el oído medio, justo detrás del tímpano. Por fortuna y gracias a cirugías, este mal no tuvo mayor incidencia en la vida de su hermana, aunque requirió de muchos cuidados, no hubo pérdida auditiva.
Para Ana María y su mamá, la suerte fue distinta: fueron perdiendo la audición de a poco, Ana no creció con el silencio total. Allí, dentro de su oído, habitaba un irritable pitido que constantemente se presentaba, un fenómeno conocido como "Tinnitus", síntoma de que algo no estaba bien en su sistema auditivo, una señal compleja que anunciaba que su audición no iba a mejorar. A corta edad Ana supo que habría algo que la acompañaría el resto de su vida, algo que ella denomina "sordera".
No recuerda que sus amigos o compañeros del colegio le hayan señalado por su condición, solo recuerda las miradas y en ocasiones, algunos murmullos que salían de ellos al ver el dispositivo que le permitía tener un porcentaje de audición. Jamás hubo un señalamiento o un comentario que la afectara, no recuerda si hubo bullying, siempre se sintió aceptada y por esa razón, la semilla de sus sueños empezó a germinar.
Cada domingo, Ana acompañaba a su mamá a la eucaristía matutina de la Iglesia Católica, lugar donde empezó a identificar un gusto particular. Notó cómo empezó a crecer algo dentro de ella justo cuando escuchó la voz de su mamá cantar. Pensó: "quiero ser cantante" y en adelante puso eso en su corazón. Ana ya sabía qué quería hacer de su vida.
La felicidad de Ana empezó a cobrar forma cuando ingresó a la universidad; su sueño se estaba cumpliendo, pues creció en una familia donde no había muchas oportunidades ya que ingresar a la vida académica no es fácil para una familia de clase media, donde hay cuatro hermanos mayores esperando por una oportunidad, sin embargo, y así como las luces te guían a casa, había una luz en el futuro de Ana, era su familia que le apoyaba a seguir adelante. Jamás pensó que una persona con discapacidad auditiva podría tener problemas para estudiar música, siempre hubo un "tú puedes" palabras de ánimo que venían de sus papás, hermanos y hasta de sus pensamientos. Ella simplemente soñó y todo a su alrededor le repetía que podía lograrlo.
La experiencia académica
Lo que no vivió en el colegio, fue su primera experiencia en la universidad: las personas carecían de empatía, se enfrentó a las burlas y críticas, muchos docentes señalaron sus capacidades y antepusieron un nombre institucional por encima de la humanidad.
En su primer recital, luego de haberse preparado tanto para aquel esperado día, en un auditorio repleto de gente, entre ellos su familia, sus docentes la señalaron. Recibió expresiones de "no sirves", "no puedes", a pesar de haberse preparado, ese día los jurados le dieron un cero como calificación, para el énfasis que había elegido, la nota más baja que puede obtener un estudiante. Esa experiencia quedó marcada con heridas en su corazón con las expresiones de los docentes que son formadores y creadores de artistas; los mismos que ella creía mentores de grandes expertos, estaban cercenado sus sueños, apagando una luz, opacando con nubes una estrella y hasta el director del programa le sugirió abandonar la carrera diciéndole "esto no es para ti".
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Ana luchaba con su discapacidad, pero en ese instante también se sintió humillada, desarrolló angustia y depresión. En su pensamiento repetía a solas ¿y si es verdad que no sirvo para esto? y ¿si de verdad debo dedicarme a otra cosa? Recordaba a las personas que se burlaron de ella en su audición y sobre todo a su familia presenciando aquel momento. Por primera vez Ana se sintió atascada, sin poder avanzar.
Por fortuna, en el camino de la vida siempre hay alguien que llega con la dosis de ánimo que se necesita, para Ana fue su profesora, Gloria Casas, a quien recuerda como un ángel que la salvó de muchas caídas y quien siempre creyó en ella, le presentó una oportunidad para ser parte de otra universidad, una salida para dejar atrás la burla, la exclusión y los señalamientos. Los consejos de su profesora la llevaron a presentarse a uno de los centros de educación más prestigiosos del país y con amplia experiencia en el campo de la inclusión.
En esas aulas aprendió de identidad musical y memoria muscular, logró neutralizar las emociones causadas por la exclusión, el ambiente académico era diferente, comprendió que cometer un error es de humanos y que hace falta apoyo para mejorarlo. Por primera vez se reconoció como persona con discapacidad y aprendió la lengua de señas, se integró a la comunidad de personas con discapacidad auditiva, aprendió sobre educación inclusiva y junto a todo su conocimiento, presentó un proyecto que combinaba la música con la pedagogía para las personas con discapacidad. Fueron 10 años de estudio, que terminarán este mes cuando se gradúe con tesis meritoria y reciba el título de 'Licenciada en Música' de la Universidad Pedagógica de Colombia, el sueño implantado en su corazón desde su edad temprana se hará realidad gracias a su tenacidad y ganas de salir adelante.
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Vibrar en el concierto
En el desarrollo de su proyecto conoció a una intérprete de lengua de señas que elogió su trabajo en pro de las personas con discapacidad y pidió seguir dialogando con ella. Un día, la intérprete le llamó para preguntarle si quería ir a el concierto de Coldplay, la banda británica de pop rock y rock alternativo formada en Londres que se presentaba el 16 de septiembre en el estadio 'El Campín' en Bogotá y que, dentro de su espectáculo, conectaba a los asistentes sordos con chaleco vibratorio: un desarrollo tecnológico que consiste en una prenda sin mangas con nodos en la espalda que transmite información al vibrar con los instrumentos musicales de la banda.
Mira aquí el video: Ana María en el concierto de Coldplay publicado en la red social TikTok
Ana había sido invitada a reconocer esta experiencia sensorial para varias personas sordas. Casi a las 6:00 p.m. ingresaron sin hacer filas, listos para vibrar a partir de la música. En total, siete personas sordas vivieron el espectáculo de una de las bandas más reconocidas y queridas en el planeta.
Hacia las 9:50 pm los efectos visuales que simulaban el espacio en la gran pantalla digital instalada en el escenario anunciaron el inicio de un viaje sensorial. El estadio se iluminó con luces de colores y el confeti biodegradable que revolaba por el lugar, así le dieron la bienvenida a Coldplay, y a los anfitriones de esta travesía.
Junto a sus compañeros sordos, Ana vio con ilusión las luces del escenario, sintió las vibraciones de los instrumentos, se conectó con la energía de los demás asistentes. También, vivió el cuadro de luz pintado por las pulseras led que cada asistente tenía en su mano y compartió las letras de lo que un intérprete en escenario de la banda les traducía.
'Adventure of a lifetime', 'Viva la vida', 'The Scientist', 'Hymn for the weekend', 'Paradise' y 'Up & Up' fueron las canciones con las que vibraron, pero el momento culmen de alcanzar el cielo fue cuando entre todos cantaron "Mira a las estrellas, mira cómo brillan para ti, y por todas las cosas que haces", la letra de la canción 'Yellow', una de las más significativas de esa noche, la cual logró amplificar las emociones de quienes sentían ese momento, pues las pulseras de cada asistente se iluminaron del color del sol y los girasoles, la guitarra de Chris Martin vocalista de Coldplay enviaba inspiración a los 44 mil asistentes que convirtieron los tonos en lágrimas, para Ana y sus amigos eran las notas de la felicidad y la inclusión.
La noche ya se había pintado de colores, pero aún faltaba un momento excepcional, una hora antes de la medianoche. Coldplay envió toda la atención al centro del estadio y dejó ver un grupo de niños con discapacidad auditiva llamados 'Manos Blancas', con ellos interpretaron una de sus canciones y allí la Bogotá que vibraba con el rock, conoció un poco de inclusión, en ese instante, la banda envió un mensaje perfecto "este mundo es de todos los que somos diferentes pero iguales a la vez" y las notas ahora eran sonrisas que los niños de 'Manos Blancas' contagiaron a cada asistente del concierto, Coldplay cerró su recital con la extraordinaria letra de 'I will try to fix you' una canción que invita a la compasión, a la empatía y la compañía, una letra perfecta para curar las heridas del alma, incluso las heridas de la exclusión.
Aunque Ana María vive con la sordera, cataloga el concierto como uno de los momentos más hermosos que ha experimentado en su vida. Piensa que su relación con el silencio es un regalo hermoso, pues es un instante en el que puede reflexionar y parar de tantas expectativas, sueños y frustraciones que el mundo exige. "Este silencio en el que habito me hace interiorizar, me ayuda a escucharme a mí misma. El silencio es tan difícil de conseguir, pero es necesario para la vida tanto como la melodía, porque te ayuda a descubrirte. La vida es todo lo que hay en el escenario: luces, movimiento, colores, interpretación… La música está en todos lados, y eso no se puede olvidar".
Sentir la música, ser incluyente
La tecnología ha sido un índice recurrente en la vida de Ana María. Han sido nueve cirugías para tratar de salvar su audición y en ese proceso, lo que más le ha ayudado ha sido la tecnología. Tiene un implante coclear, un pequeño dispositivo electrónico en el cráneo que le ayuda a escuchar; además, tiene un residuo de audición por su oído izquierdo, por lo que lleva un parlante para amplificar el sonido y lo usa mientras ejerce su carrera como docente de música con niños entre 7 y 12 años a quienes les enseña que solo sintiendo y vibrando con la melodía, pueden reconocer lo hermoso de ella y hacerla algo mejor.
'Biutyful', en lengua de señas: publicado por Ana María en su red social Tiktok
"Mira a las estrellas, mira cómo brillan para ti, y por todas las cosas que haces" dice la canción 'Yellow' de Coldplay y junto a ese fragmento, Ana María hace una reflexión: "Vivimos en un mundo lleno de ruido, jamás nos permitimos tener una pausa en la audición, jamás nos detenemos a reconocer el pájaro que vuela cerca, los rayos del sol que ingresan en la mañana… Querido oyente: vivir en el ruido no te permite detenerte y disfrutar de mirar el cielo, a la persona de al lado, ser consciente de tu vida. ¿Quieres ser incluyente? No apartes a la persona sorda, no tengas miedo de atreverte a comunicarte, tú y yo podemos aprender de nuestras experiencias, solo falta conectarnos, solo falta atrevernos. A sordos y oyentes les digo: si nunca lo intentamos nunca sabremos lo que valemos".